El lugar no pretende tener protocolos, por eso su cocina regional, e internacional se sirve sin pretensiones y el trato es cordial y directo, Un despertar en Suescun puede estar acompañado de un tinto tomado sin haber dejado la cama, con el correr del día pueden aparecer las sorpresas, después de una caminata.
Según las necesidades de los huéspedes, el bello jardín que recibe a quien llega y donde se encuentra su torre mirador-campanario, otro vestigio de la vieja encomienda de don Diego de Suescun, puede convertirse en escenario de un matrimonio. la hacienda cuenta con la iglesia construida recientemente, la casa también ofrece facilidades para encuentro de negocios para cincuenta personas, en un espacio destinado a las antiguas caballerizas .Detrás de los muros de Suescun esta la muestra de un paisaje rural transformado por la mano del hombre, cuyo resultado es tan armónico que parece ser parte de la Naturaleza.
Despertar en una hacienda boyacense y correr sus caminos basta para sentir, que uno ha ido al pasado, que ha viajado por el tiempo, a nuestra historia neogranadina, una historia de relaciones jerarquizadas por el poder Español que determinaron nuestras costumbres y carácter y desarrollaron una manera de relacionarnos con la tierra, que allí determina la cotidianidad, de principio a fin.
Franquear los muros de la Hacienda Suescun, hoy convertida en una hacienda de 16 habitaciones, no es solamente maravillarse con la belleza de sus jardines, rodeado por acequias que aparentan este espacio lleno de eucaliptos, pinos y buganvillas con los jardines árabes, o disfrutar de su arquitectura colonial a los que caracterizan los muros de tapia pisada, los largos corredores y los balcones.